INVOCACIÓN
I
ALIANZA
de fuego y sangre. Solar donde la muerte impune es doble como la vida va siendo. Los
fuegos de la noche y de la luna.
Sagradas hogueras en crepúsculos redivivos, buscándole atardeceres a los dioses, camino
de sus cuevas, escondites o guaridas.
Babilonia, tierra de arcilla y ventanuras para la solidaria tristumbre del relámpago.
Demoníaco babel para la verbórea entropía del falible, terráqueo lenguaje.
Petróleo, oro, color. Pretexto, contexto, persistencia. Paisaje, discusión, debate.
Retorno a los orígenes. A la primaria estatura del molusco, paquidermo o dinosaurio,
ateo, erótico, fálico o farsante.
Huella en icástica relación. Afirmación. Pronunciamiento. La Libertad Angelical del
Cosmos. El Caos Sempiterno de las Cosas.
Saludos a Osiris desde el humano corazón. El tiempo y el destino engendrando a Abraham de
Ur en tierra de guerreros y de dos ríos.
La fértil medialuna guiando su paso hacia Canaán. Eran épocas de leones y pirámides,
de palabras y de dioses.
El conjunto de los libros y la arcana unidad de origen, alianza de sangre y fuego
generaron.
¡Sagrado Privilegio. Potestad Suprema!
¡El Verbo no perecerá jamás!
¡En la Alianza Solar de Fuego y Sangre!
II
EL LUTO
humano anuncia grandes cementerios bajo la Luna. O bajo los soles de arena y viento, donde
los seres de este mundo asistimos a un nuevo Apocalipsis.
Sombrío señorío sobre la vida y la ilusoria paz, el exterminio de todo lo que suspira y
palpita, en soledad, en multitud, por mar, aire y polvo, en cita atroz.
Ya no somos lo que somos. Ya no hablamos por nosotros mismos. Ya piensas como ellos.
Tienes la libertad que ellos te permiten o te dan. En sus manos está el salvoconducto.
Está la muerte, la bola negra. Tu palabra la detendrá la maquinaria de los imperios.
Ya no somos lo que somos. Somos lo que ellos quieren que seamos. Desde las orillas del
mundo, nuestra palabra corre el riesgo de no ser. El gran dilema, ser.
III
ESTAMOS EN LA CAVERNA
de los alfabetos. Los lenguajes se tornan más oscuros cada día. Se precisan corredores
de muertos, cavernas purificadoras, para dar finalmente con jardines de cantos, hasta
llegar al soplo de los vientos cósmicos.
Muchas muertes serán necesarias antes que el hombre comprenda que nació para entenderse
con los hombres.
Nacemos con el siglo y desconocemos nuestro propio lenguaje todavía. A menos que estemos
de acuerdo en que nuestra mayor palabra sea guerra por ahora.
No todos los hombres saben de la noche que los cruza. Los gigantes nos comprueban que su
mirada es de túnel. Los David siempre darán con la frente del talón. Todo está en el
interior de la mirada. El Cíclope no escapará.
¡Volved a la Infancia de la Escritura Humana!
¡Luz, Luz, Luz. Fuera de la Luz, la Muerte!
¡Alfabetos, Lenguas de la Tierra, retornad a la luz!
¡La Luz, la Luz, sin la Luz, estamos condenados a morir!
IV
MIENTRAS
El Péndulo de Foucault nos inunda con su eco, dejando que el universo se mueva a su
alrededor, en la honda noche diluvial de esta hora en que el sueño pertinaz de la vida
corre peligro de quebranto, en esta hora tristísima del hombre, en esta hora de guerra
planetaria, en la noche de la guerra, del hambre y de la lluvia, donde aparece, gigante,
la sombra de la muerte, en este instante estremecido del alba, antes que a Dios le sea
fácil matar del todo su obra, empecinados en sus caprichos de que son pocos los que
sueñan el mundo, pensando que son sus únicos espectadores, que si dejaran de verlo se
moriría, desde sus "Torres de Timón", con fervoroso asombro, como
presentimiento tembloroso del amanecer horrible que amenaza estos arrabales desmantelados,
Borges, Ramos Sucre, Pablo, dos poetas, cinco poetas, diez poetas, veinte poetas, cien,
mil, quinientos mil, gallos flacos, desgreñados, cantando juntos a la vez, los Poetas de
la Tierra, a coro en el asombro, en soledad milenaria, trasnocharán, hasta que la noche
gastada se quede en los ojos de los ciegos y nuevamente el mundo sea salvado.
Pablo Mora RETURN
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